1. Repintar los techos de blanco.
Nada reduce más la sensación de espacio que un techo oscuro. Afortunadamente este problema es fácil de solucionar: una capa de pintura blanca puede hacer maravillas. Sin embargo, todas las pinturas “blancas” no son iguales. Algunas son más cálidas que otras o tienen un tono amarillento, por lo que es importante saber elegir antes de empezar o ponerse en manos de un profesional.
2. Llenar la casa de color
El verano es luz y la luz es vida. Y nada aporta más vitalidad que los colores. Ya sea mediante una alfombra vinílica de tonos vivos, un cuadro de madera impresa llamativo o cualquier otro accesorio, podremos cambiar completamente el ambiente y las sensaciones que transmite.
3. Añadir plantas de interior.
No todos podemos disponer de un jardín, o en su defecto, de un balcón pero podemos meter la naturaleza en casa mediante plantas de interior. Elije aquellas que no necesiten mucha luz solar y que sean muy resistentes, como las suculentas, las enredaderas o el bambú.
4. Cambiar las cortinas.
Las cortinas pesadas pueden ofrecer una sensación cálida y lujosa en invierno pero es recomendable cambiarlas por versiones más ligeras y frescas una vez que el clima se calienta. Las telas vaporosas y aireadas como la gasa dan más sensación de espacio y además dejan entrar más luz solar.
5. Apostar por los productos de temporada.
Un bol lleno de fruta proporciona una inyección natural de color a la cocina y recuerda a todos que el buen ha llegado. Ah! Y es también una forma muy saludable de tener algo a mano para picar.