Cuando alguien menciona Portugal rápidamente nos vienen a la mente el vino de Oporto, Lisboa, el surf y… ¡los azulejos! Estas baldosas cerámicas están profundamente incrustadas en la historia y la cultura de Portugal y pueden verse innumerables ejemplos maravillosos de estos hermosos azulejos.
Estos son fuente de inspiración para interioristas y decoradores, que emplean a menudo réplicas de estos en sus creaciones, ya sea en forma de baldosa, adhesivo de vinilo o alfombra vinílica.
La recuperación de estos diseños es una tendencia muy potente desde hace algunos años y para entender su uso es necesario saber de dónde viene.
Los azulejos datan del siglo XIII, cuando los árabes invadieron la península ibérica. De hecho la palabra proviene del término al zulaycha cuyo significado es “piedra pequeña pulida” y se trataba, originalmente, de estructuras bastante simples cortadas en formas geométricas en tonos neutros.
Fue en el siglo XV cuando el Rey Manuel I de Portugal visitó Sevilla y trajo la idea, arraigando este arte en la cultura portuguesa. Entonces se empezó a utilizar para cubrir las grandes paredes blancas de los edificios durante el período gótico y poco a poco las formas geométricas simples fueron reemplazadas por una decoración más ornamentada.
Inicialmente los azulejos antiguos estaban decorados en colores simples, principalmente en azules y blancos. Más tarde aparecieron los amarillos -a veces dorados- y verdes.
Después del terremoto de 1755 que destruyó la mayor parte de Lisboa, la capital vio un cambio del estilo gótico-portugués, conocida como la arquitectura manuelina) a los estilos pombalinos, que también influyeron en el uso de los azulejos.
Durante los últimos siglos, el uso de azulejos explotó por todo Portugal. Hoy en día, es común verlos decorando iglesias, monasterios, restaurantes, bares, estaciones de tren y metro, palacios y casas particulares. Así como en la decoración de interiores de espacios modernos.